Se cruzan entre el bazar y la solera. Él con camisa desabotonada, ella con la faldita a medio muslo. Sus mochilas hacen juego bajo el sol, en perfecta simetría. Ella le mira la sonrisa, él le examina las piernas. Él privado, ella estatal. Sus cabellos producen un contraste armonioso, la niña con su aclarado almendral, el joven con su negro ébano. Él se pierde en sus ojos, ella alucina su contextura. Se ensombrece el espacio entre los dos. Ríen encandilados. Son cómplices de su mutua atracción, y de que ambos hayan coincidido la cimarra el mismo día.
Pingüinos
Publicado el por Francisco Arriagada Arroyo
Publicado por Francisco Arriagada Arroyo
Todavía queda poesía, todavía es divina no se puede diferenciar su amor de su odio aquí obtenemos la magia dual donde todo es uno y todo es arte, todo es poesía, todo es divinidad. Ver todas las entradas de Francisco Arriagada Arroyo